Mens sana in corpore sano

Antonio La Paralela
abril 9, 2020
Tiempo de lectura: 3 minutos

No es ningún secreto que el deporte es una de las mejores actividades que podemos realizar. La lista de sus beneficios físicos es bastante amplia, desde la estimulación del músculo cardiaco y la reducción de la presión arterial hasta el fortalecimiento de la estructura muscular esquelética, pero tampoco queremos dejar a un lado su otra cara buena.

Si bien es cierto que en estos días no es posible realizar una actividad física grupal o al aire libre, podemos replantearnos la forma de descargar nuestra energía y pensar en lo que haremos después. Siempre es bueno direccionar nuestro presente hacia el futuro, pensando en que lo que hagamos hoy tendrá su efecto mañana.

Aparte de las modas, no podemos olvidar que el ejercicio físico forma parte de nuestra vida casi desde bebés; cuando nuestras madres y padres nos mueven las piernas y los brazos para que fortalezcamos nuestras articulaciones. Después descubrimos lo que es el equilibrio y no dejamos de levantarnos al caernos, aprendiendo lo que es la persistencia. Mejoramos nuestras capacidades con lo que creemos que son juegos y en realidad estamos ejercitando nuestro cuerpo. 

Parece que a veces no sabemos dar tanta importancia al deporte, pero por alguna razón es también una parte imprescindible de nuestra educación. El deporte nos ayuda a tener un mayor conocimiento y control sobre nuestro cuerpo. 

Aunque en algunos casos la actividad física diaria no sea colectiva, todos hemos practicado deporte formando parte de un grupo y, sin darnos cuenta, gracias también a ello hemos aprendido lo que significa la palabra equipo, algo fundamental en todas las etapas de la vida.

 

 

Desde la Edad Antigua la educación espiritual se conexionaba con la física. Y es que la unión entre el cuerpo y la mente siempre ha sido fundamental para la promoción del cuidado, el respeto o la libertad. Un claro ejemplo fueron las escuelas gimnásticas del siglo XIX, donde el ejercicio iba ligado en todo momento al aprendizaje de valores como la honestidad, valentía, compañerismo o la fuerza de superación.

 Mucho más allá de los datos de la historia está comprobado que el deporte ayuda en la prevención de las conductas antisociales, mejorando la responsabilidad personal y social mediante las habilidades de comunicación y cooperación desarrolladas. Pero, ¿qué relación o efectos directos tiene sobre la mente?

El deporte nos ayuda a completar las tres necesidades psicológicas básicas según la teoría de la autodeterminación;  la cual vincula personalidad, motivación humana y funcionamiento óptimo en relación a los factores que estimulan el tipo de actuación en las personas. Estas necesidades (autonomía, competencia y relación social) son fundamentales también para el bienestar y crecimiento personal. 

El deporte, concebido desde un aspecto positivo y controlado, ayuda a reducir la frustración ante determinadas situaciones y con ello también la ansiedad o la posibilidad de sufrir depresión

Cuando el cerebro considera alguna situación amenazadora libera neurotransmisores del estrés que alteran nuestro razonamiento y percepción del bienestar, no obstante, gracias al deporte se desarrollan una serie de valores que fomentan el autocontrol y así nuestro cerebro consigue relajarse y procesar la información de manera más racional ante ciertas situaciones. Además de la ya conocida producción de endorfinas, conectadas con las sensaciones de bienestar, placer y optimismo tan necesarias en estos días.

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